Llegué tardísimo a la plaza, un tanto desencantado, pero en el camino me fui animando pues los locutores taurinos se contagiaron de la euforia del público medellinense quien no aforaba tres cuartos de plaza ni en los mejores días de Rincón.
Desde el vomitorio vi a un Antonio Ribeiro Telles, de quien tenía muchas referencias como el mejor toreador de a caballo de esa familia mecenas del rejoneador antioqueño, Dayro Chica en sus inicios.
No vi muchas cosas desde allí, lo vi queriendo agradar pero algo fuera de sitio, tal vez la edad o la falta de corridas que en el 2011 llegó apenas a once, con una sola oreja para toda la temporada. No vi la herida que tenía el toro en el lomo, de la que pusieron indignada queja cuando llegué al tendido.
En su segundo toro, cuando entendió que la tarde se prestaba para grandes cosas y él no podía estar por debajo de sus compañeros de cartel, cabalgó seguro sobre sus caballos, fue despacio y certero en la ejecución de las banderillas, pero su sufrimiento empezaría, cuando sacó a Hormiga el caballo que trajo para la suerte de matar, y a quien el toro dos veces alcanzo contra un burladero de sombra mientras se aprestaba a realizar un quiebro por adentro con banderillas pequeñas, quiebros que a mi modo de ver fueron faltos de distancia y muy anunciados para el toro. No se encontraba en condiciones Hormiga de seguir toreando y el caballero Andrés Chica le cede uno de sus animales al portugués para que finiquitara la faena. Descolocado e impreciso Ribeiro Telles, por fin encierra al toro en varios giros a su alrededor y le clava el rejón de muerte dejando la cabalgadura en las astas del toro y recibe un puntazo, no contento y a pesar del aviso de advertencia de la afición del tendido tres, deja el toro nuevamente a merced del astado quien vuelve a cornear a Diestro, rabia para la afición y mucho más para Andrés Chica quien veía lastimado a su preciado animal por un rejoneador muy fuera de sitio, quien escribió con hechos, el verso popular que dice que lo que nada nos cuesta lo volvemos fiesta!
Salió presuroso en traje de gaucho el rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza a agradar a la afición de Medellín, demuestra gran manejo de los caballos, destreza en la doma y mucha efectividad al momento de clavar los rejones de muerte y las banderillas. El toro no ayuda mucho y Pablo Hermoso en faena reactiva, despacha después de un pinchazo con un rejón de muerte mal colocado y que revuelve circularmente arriba del toro, gesto imperceptible para gran parte del público que desluce la oreja otorgada por la presidencia, pero que padece con un gesto vergonzante al dar una vuelta al ruedo apresurada.
Y Llegó el quinto de la tarde para Hermoso, Galopando como un juvenil rejoneador, pero transmitiéndole mucho más al público que su antecesor en la lidia, clavó perfectos rejones de castigo, se lució con las banderillas, hasta que apareció “Chenel” ¡! Hasta allí, Hermoso había rejoneado distinguidamente, pero cuando apareció “CHenel”! ¡Me transporté hasta la corrida del rabo en Bogotá, la plaza en pie, Chenel galopando de lado y haciendo quites al toro en sus terrenos y hacia adentro, no una, sino las veces que quiso, la plaza se cansó de aplaudir, montado en el tren de la apoteosis, salió Pirata y con quiebros adornó al toro hasta la saciedad. Falló una banderilla mientras montaba a Dalí y la exhibió al público inocente para justificar la perfecta faena de orejas y rabo que veía venir. Pablo Hermoso arrancando de lejos, y restándole un poco a la desigualdad entre Caballo y Toro, deja el rejón de muerte hasta la empuñadura. La gente enloqueció y la presidencia que parecía guardar mesura, sacó la tercera bandera del rabo que se llevó Hermoso de Medellín. Y Yo pensaba ¿Será que el rabo es de Hermoso o de Chenel? Chenel, es de lejos el que marca la diferencia, lo digo por lo bien que rejoneo Chica el de la tierra, pero no le podemos quitar meritos a Pablo Hermoso, la crianza de sus caballos hace parte de su grandeza y lo ha demostrado con las suertes que recrea con cada uno de sus animales.
Por último, el rejoneador antioqueño Andrés Chica, quien debería conseguir apoderado español y empacar para el continente europeo, demostró que está a la altura y no solo no se arredró sino que para muchos les dejó un grato sabor de boca.
Andrés, en su primero en turno hizo un toro que no se arrancaba, con un poco de menos toreo a caballo pero con excelente temple y magnifica ejecución en los castigos, coloca un rejón de muerte desprendido y descabella perfectamente, la presidencia le concede un trofeo que debió haber sido dos, sobre todo por lo difícil que es mantener a un toro embistiendo cuando su bravura no lo permite. En su segundo realiza una faena estupenda, los rejones de castigo precisos, las banderillas de todas, largas, cortas, al violín, abanicos y cada una mejor que la anterior, cambió sus caballos quien también bailan y hacen giros con compases precisos, mientras el caballero desplantaba con una especie de teléfono a caballo y pues lastimosamente la suerte no lo acompañó a la hora de matar.
En fin magnifica corrida, un rabo de pronto generoso, pero que esperamos sirva para que el sábado se llene nuevamente el coso macareno, cuando repite Hermoso de Mendoza, acompañado de Dinastía y Castella. Enhorabuena Medellín!
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