Fuente: Página Web del matador
as doradas piedras de la capital salmantina vieron nacer a Eduardo Gallo el 19 de noviembre de 1984, en el seno de una familia cuya afición al toro no pasaba de asistir alguna vez a la plaza de La Glorieta. La carencia de antecedentes taurinos en su entorno no fue óbice, sin embargo, para que a Eduardo le invadiese el duende del toreo desde muy pequeño.
Poco a poco, los lances al aire con el trapo de la cocina se fueron transformando en la obsesión por entrar en la Escuela de Tauromaquia de Salamanca, donde encontraría en los maestros Juan José, Flores Blázquez y José Ignacio Sánchez, el apoyo y el soporte para iniciar su camino en la profesión.
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Los comienzos
Un camino que comenzó en la salmantina localidad de Pelabravo. Durante las fiestas patronales del año 2001, con 16 años, hace su primer paseíllo en una becerrada que mostró claramente la proyección de aquel espigado chaval de flequillo rubio y sonrisa pícara. Su quietud y desparpajo cautivaron ya al público, pero también a los profesionales, que vieron en él a la gran esperanza de la siempre abundante cantera charra. Cortó un rabo y vivió el primero de los grandes triunfos que estaban por llegar.
Los profesores de la Escuela Taurina de Salamanca cuidan al torero y le inculcan el afán de superación y los principios básicos de un toreo que él va madurando a medida que se suceden las actuaciones, que va contando por triunfos en las plazas donde hace el paseíllo, donde enamora por su frescura, su quietud y un sentido del temple y de las distancias poco común para un muchacho tan joven. Todas estas cualidades hacen que se vaya planteando el debut con picadores para la temporada 2003.
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Temporada 2003
Los empresarios y apoderados franceses Luc Jalabert y Alain Lartigue se fijan, entonces, en el joven becerrista y atisban unas condiciones innatas para convertirse en un torero importante. Se cierra el acuerdo para su apoderamiento y debuta con picadores en Bourg-Madame (Francia), el 5 de julio de 2003. Las dos orejas que le cortó a la novillada de Valdefresno fueron presenciadas por Jonathan Veyrunes y Fernando Cruz, sus compañeros de cartel aquella tarde.
Quedaba media temporada por delante que se completó con un total de 20 novilladas, en las que fue capaz de cortar nada menos que 44 orejas y 8 rabos. Su concepto del toreo, largo y templado, y su valor inusual lo convirtieron en uno de los novilleros con más proyección del panorama nacional, por lo que había que rubricar las expectativas en la presentación en Las Ventas, la plaza más importante del mundo.
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Temporada 2004
Pero antes había que pisar las plazas importantes y medirse al público más exigente. Eduardo afrontaba el reto dando la cara en todas las plazas donde se anunciaba, y respondiendo a las esperanzas de los aficionados que ya le seguían a un buen número de plazas. Olivenza, Valencia, San Sebastián, Arles, Zaragoza… Gallo asumía los retos con seriedad y con resultados antes de hacer el paseo en el ruedo venteño.
Y llegó el día. Era el 17 de mayo de 2004, en plena feria de San Isidro y con las cámaras de televisión en directo. Todo el orbe taurino estaba pendiente del rubio chaval que, vestido de verde y oro, se enfrentaba a una novillada de Román Sorando en compañía de Luis Bolívar y Sergio Marín. Y dio la cara. Una oreja fue el resultado de aquella tarde, pero aquel trofeo significaba mucho más; era la muestra de que había entrado con buen pie en el corazón de Madrid…
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Comenzaba entonces el camino más serio, el de pisar las plazas de mayor responsabilidad, como Sevilla, Santander, Pamplona y San Sebastián. El torero estaba ya cuajado y sus nuevos apoderados, Pablo y Óscar Chopera, comienzan a prepararlo ya para la alternativa, que tendría lugar antes de que terminase la temporada. Era el novillero con más ambiente del escalafón y llegaba la hora de doctorarse, de dar el salto.
Un precioso terno grana y oro sirvió para hacer el paseíllo en San Sebastián el 9 de agosto de 2004. A ambos lados del salmantino, dos maestros del toreo: César Rincón y Julián López ‘El Juli', que serían, respectivamente, padrino y testigo de la ceremonia de alternativa. En los chiqueros, un encierro de El Torero. Al primero de la tarde, un precioso ejemplar de pelo melocotón y de 529 kilos de peso, Eduardo no lo olvidará nunca. Se llamaba ‘Ruiseñor', y fue el primer toro que el charro estoqueó en su carrera. El maestro César Rincón le cedió los trastos para que el rubio torero le cuajase una gran faena y le cortase una oreja. Otra le cortaría al sexto de la tarde para redondear la tarde de su alternativa. Salía disparado en la carrera por ser figura del toreo… Gijón, Valladolid, Cantalejo, Cieza, Arles, y Salamanca en dos ocasiones fueron algunas de las plazas que vieron triunfar a Eduardo Gallo esa temporada. Una campaña que terminó con una nueva puerta grande en Alba de Tormes, ante sus paisanos, triunfo que puso el colofón a un periplo de 21 corridas de toros en el año de su doctorado. | ||||
Temporada 2005
Comienza la temporada 2005 en tierras americanas. Concretamente en Santa Fe de Bogotá (Colombia), donde de nuevo César Rincón es el padrino de su confirmación colombiana, en presencia de Finito de Córdoba. Gallo, vestido de malva y oro, le corta las dos orejas a ‘Temerito', un bravo ejemplar de El Paraíso que pesó 460 kilos y estaba herrado con el número 280. El torero encandila al público colombiano antes de regresar a España para afrontar su primer compromiso de la temporada en Castellón. La confirmación en Madrid estaba próxima y había que dar la cara en las ferias importantes de principios de temporada.
Así, está presente en Castellón, San Sebastián, Zaragoza, Nimes y Valladolid antes de afrontar el reto de la confirmación venteña.
Para el evento, Eduardo estrenaba un bellísimo vestido tabaco negro y oro con la chaquetilla de terciopelo. El ganado elegido era el de Alcurrucén, y el nombre de su primer toro era ‘Codicioso', que pesó 535 kilos y lucía en los costillares el número 171. Una vez más, el padrino de la ceremonia era el maestro colombiano César Rincón, con Manuel Jesús ‘El Cid' como testigo del acontecimiento. Sin embargo, aquella tarde la suerte le jugó una mala pasada a Eduardo, que no pudo abrir la Puerta Grande más importante del mundo, como hubiera sido su deseo. Ese mismo año, el 5 de junio, sufre el mayor percance de su carrera. Sucedió en la plaza de Badajoz, donde lidiaba ganado del Conde de la Corte. Al entrar a matar, el toro lo arrolló y lo tiró al suelo, donde se ensañó con él, propinándole una grave cornada en el ano que se quedó a un centímetro del estómago. Duro percance que le mantuvo un mes en el dique seco, con una severa recuperación que le impidió actuar en varios compromisos firmados para ese mes de junio. | ||||
Afortunadamente, como sucede con los toreros, reapareció con la ilusión y la afición intactas para triunfar en plazas tan importantes como Granada, Ávila, Tudela, Vitoria, Barcelona, Santander, Gijón, San Sebastián, Almería, San Sebastián de los Reyes, Guadalajara y Salamanca, siempre su plaza, donde nunca ha dejado de triunfar. La regularidad se había aliado con el salmantino, que había completado una buena temporada a la que había que ponerle un fantástico colofón.
Fue el 26 de noviembre de 2005 en la plaza de Quito (Ecuador). José Ignacio Uceda Leal le cedía los trastos ese día para lidiar a ‘Despiste', un toro negro de Mirafuente, herrado con el número 50 y de 480 kilos de peso, al que Gallo le cortaría una oreja vestido de azul rey y oro y en presencia de David Fandila ‘El Fandi', que se convertía así en testigo de su confirmación ecuatoriana.
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Temporada 2006 | ||||
Ya de vuelta en España, comienza su temporada 2006 realizando dos grandes faenas a dos toros de Garcigrande y Domingo Hernández en Alba de Tormes (Salamanca), aunque el mal uso de los aceros le impide cortar las orejas. Sin embargo, ya había dado un toque de atención sobre su estado. Sí las corta en Jaén, donde sale a hombros, pero atraviesa un bache posteriormente del que se recupera en Morales del Vino (Zamora), cortando tres apéndices en la última actuación antes de su comparecencia en Madrid, por San Isidro.
Y es allí, en Las Ventas, donde muestra su valor, su temple y su coraje para cortar una oreja de un toro de Victoriano del Río que llegó a voltearlo de una forma muy fea. Triunfo en Madrid que, lamentablemente, no pudo rubricar en su segunda tarde en el coso venteño debido a las pocas posibilidades que ofrecieron sus dos oponentes.
Y es de nuevo en tierras zamoranas, esta vez en Fuentesaúco, donde renace el torero, después de atravesar un mal momento con la espada. Allí , muy cerca de sus paisanos, Eduardo corta un rabo y vuelve a subirse al carro de los triunfos. Máxime cuando logra los máximos trofeos, cuatro orejas y dos rabos, en su actuación de Salvaleón (Badajoz), el pueblo de su madre, donde deslumbra con su valor sereno y su temple.
A partir de ese momento, casi todas sus actuaciones se cuentan por triunfos. Santander, Alicante, Vitoria, Bayona, Málaga, San Sebastián, El Espinar, Quintanar de la Orden, Bilbao, Almería, Daimiel, Navaluenga, Zalamea, Alcañiz, Calanda… Son sólo algunos ejemplos del gran final de temporada que protagonizó Eduardo, que cerró el 2006 en España en el mismo sitio donde lo comenzó, Alba de Tormes, donde también logró el triunfo para encarar con buen sabor de boca el 2007.
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Temporada 2007
Una temporada que comenzó en Valencia y Sevilla, donde, desafortunadamente, no rodaron las cosas, aunque se encauzó de nuevo el camino del éxito en Colmenar de Oreja (Madrid) y en Logroño, que continuó en Benavente y Granada, con sendas salidas por la puerta grande. Pero el motor ‘diesel' que mostraba el torero por esta época tardaba en arrancar, y no fue hasta el mes de julio, en Tudela (Navarra), cuando el Gallo comenzó a cantar más fuerte que nunca.
Y llegaron entonces los triunfos rotundos en sus plazas del norte, sus cosos talimán. Tres orejas en Santander, dos en San Sebastián, otras dos en Roa de Duero, una en Bilbao y en Bayona… Todo ello, salpicado por los dobles trofeos y en escenarios de menor importancia, tales como Sotillo de la Adrada, Zalamea la Real, Santoña, y en ferias importantes, cumplimentando un excelente final de temporada los triunfos de Valladolid, Murcia, Yepes, Logroño y su doble comparecencia en La Glorieta, la plaza de su Salamanca natal, que vio cómo se erigía en triunfador absoluto de la feria.
El colofón a la campaña llegó el 28 de octubre con su comparecencia en la plaza de Acho, en Lima (Perú), donde la espada le privó de un triunfo rotundo ante toros de Reyes Huerta. Gran actuación de Eduardo, que encandiló al público peruano.
Temporada 2008
La temporada 2008 comenzó en marzo, cumpliendo con el compromiso de Fitero (Navarra) y cortando una oreja, al igual que en Almoguera (Guadalajara) y en Granada. También hubo triunfo rotundo en Lisboa, otra de sus plazas talismán, pero la suerte no acompañó al torero en su doble actuación de Madrid.
De nuevo fueron los cosos de Santander y Bilbao los que relanzaron el ímpetu de un Eduardo Gallo que cumplió su tarde más rotunda en Constantina (Sevilla), al desorejar a los dos ejemplares de José Luis Marca que le cupieron en suerte.
Grandes actuaciones también las de Barcelona (donde recibió una cornada en el cuello), San Sebastián y Málaga, aunque el mal uso de los aceros le privó de los trofeos.
Su actuación en Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), volvió a encadenar la consecución de trofeos, y Eduardo regresó a la senda del triunfo rotundo con sus actuaciones en Carbonero el Mayor, Móstoles y Salamanca, donde salió a hombros en compañía de El Juli y Miguel Ángel Perera en una tarde histórica.
Las orejas cortadas en Murcia y Alba de Tormes echaron el cierre a una temporada que concluyó con el cierre de un ciclo: el de la relación profesional entre el torero y la Casa Chopera , que decidieron poner el punto y final a su apoderamiento.
Temporada 2009
Comenzaba el año con el anuncio del toreo de su nuevo apoderamiento. José Luis Díaz Flores, José María Almodóvar y Abraham Corpa se hacían cargo de su carrera profesional mientras Eduardo se encerraba en el campo para poner a punto el asalto al trono del toreo.
El 21 de febrero, en Ciudad Rodrigo (Salamanca), los aficionados comprobaron la profunda evolución que el torero había experimentado en su forma de interpretar. Más largo, más profundo y con un temple infinito, las dos orejas que logró esa tarde fueron lo de menos; lo importante no era lo que se veía, sino lo que se atisbaba en el nuevo Eduardo Gallo…
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