Toro en el Campo

Toro en el Campo

martes, 27 de noviembre de 2012

Buenas son tortas


Desde la capital de la república de Colombia, donde el antitaurinismo agazapado en la espantosa boina del insurgente alcalde nos dejó sin fiesta brava a los que aquí moramos, veo con cierto regocijo los carteles que Cormacarena confeccionó en Medellín para su temporada de enero – febrero, otrora conocida como la Feria de La Candelaria.

Contra todo pronóstico, pues Medellín era la ciudad llamada a sucumbir ante el acoso y derribo animalista para prohibir los toros, y donde la apatía del público era la regla general,  cualquier corrida que se pueda programar es todo un logro. No son tiempos fáciles, pero nuevamente la capital de la montaña lo pudo hacer.

Contarán con la presencia de dos figuras consolidadas del toreo: Morante de la Puebla y Sebastián Castella, y con dos matadores en ascenso: David Mora e Iván Fandiño. Y por supuesto con el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, quien solo actuará una tarde.

Pero esta fiesta es del toro, y es necesario echar un vistazo a las ganaderías contratadas. Como es costumbre en el planeta taurino, primará el dócil y artístico encaste Domecq en 3 de las 5 ganaderías: Monterrey es Domecq – Jandilla, Juan Fermín Rocha es Domecq – Jandilla, Santa Bárbara es Domecq – Nuñez. Por su parte Ernesto Gutiérrez y La Carolina son Murube – Santa Coloma. Extrañamos una corrida completa con el puro encaste Santa Coloma, desdeñado hoy por las figuras porque les complica sus triunfos y bellos pases de ballet. Habrá que ver la sorpresa que nos traiga Cormacarena con la corrida concurso de ganaderías de la cual no tenemos información. Curiosamente en España utilizan el encaste Murube para las corridas de rejones, pero aquí optaron por utilizar el encaste Domecq ¿recomendación de quién?

Pese a la distancia, aprovecharemos la competencia entre las aerolíneas para asistir a una corrida, la del sábado 16 de febrero, con la esperanza que el milagro vuelva a tomar forma en la prodigiosa capa y embrujadora muleta de José Antonio Morante de la Puebla. Si la Virgen de Fátima se apareció tres veces, que el duende de Morante se aparezca nuevamente como lo hizo aquel 31 de enero de 2009, fecha en la que nos hechizó a quienes presenciamos con éxtasis su resurrección histórica.  ¡Y que suenen los cobres con el pasodoble Feria de la Macarena!

Santiago Velásquez Fernandez

Quince mil corazones palpitantes en el coliseo


Para los que miramos el acontecer del mundo taurino desde esta orilla, vemos en Francia un recurso adicional diferente a la civilizada Portugal y la quebrada España. Y más aún cuando el sabio tribunal constitucional galo, acaba de zanjar el eterno debate de la pervivencia de las corridas, imponiéndose el raciocinio cartesiano: piensan en los toros, luego existen. Y con presentaciones como la de José Tomás, existirán. Y el milagro para que los sensatos magistrados franceses tomaran su decisión, seguramente se debe a la divinidad taurina encarnada en la mano zurda del torero de Galapagar.

Como no estuvimos presentes aquel 16 de septiembre de los corrientes en Nimes, debemos escribir  sobre lo visto en videos: un aficionado filmó desde lo más alto del anfiteatro romano, la faena de un torero sembrado en los terrenos imposibles para las figuras de hoy, llevando al toro por naturales, en pleno centro del ovalado ruedo. No cesaba el tendido de pararse para aplaudir al maestro. Emocionante el video de Tendido Cero que nos muestra la faena al toro de Parladé indultado por JT, cuyo sonido es el que captaron las cámaras en la plaza, sin música ni comentarios, “con la música callada del toreo” como los anhelaba Bergamín. Indulto por lo demás un poco generoso, porque el toro saltó al callejón (buscando la salida del ruedo, como muestra de mansedumbre para las puristas de Madrid), y por una pobre pelea del toro con el caballo donde le dieron una inyección por vara. Pero todo era dicha y fiesta, y era necesario enviar el mensaje de la supervivencia de las corridas de toros con todos sus componentes: orejas, rabo, indulto y sangría, que hacen los festejos de la Francía mía…

Dicen las crónicas que mató bien, que se recreó con el capote y que la presencia de los toros fue más que aceptable. Buenos ingredientes para un ensayo que en otras latitudes se deberá replicar. José Tomás necesita rivales, pero a veces sobran cuando de torear concentrado y con gusto se trata, porque hace las dichas del público y capta la atención de los medios, tan apáticos a la fiesta brava, que solo se les torna interesante cuando quien derrama la sangre es el torero, y eso en José Tomás es casi seguro.

Todo en Nimes es singular: el ruedo como lo decoran, el hecho de utilizar un antiguo coliseo romano con más de mil años de construido para llevar a cabo el festejo; los toros saltan al ruedo por donde salían los leones a devorarse a los gladiadores; la hora en que suena el clarín que anuncia la salida del burel es inusitada en el planeta taurino: medio día; ¡Y el sol! Directo, perpendicular, que por ser una corrida matinal, fue una dicha para fotógrafos y pintores. Raro ver una plaza sin localidades de sol y sombra, y ver lidiar toros con tanto brillo, propio de un festejo luminoso.

Lástima que ya sólo podamos ver a este torero en grabaciones, porque con la situación actual de las corridas en el país, será casi que imposible verlo en vivo. Y más con esta clase dirigente.

Santiago Velásquez Fernandez

lunes, 17 de septiembre de 2012

APOTEOSICO JOSE TOMAS


El tiempo es ese río que arrastra cruel todo lo que nace. Quien tuviera el poder de parar el tiempo para que no se llevara consigo cada gesto, caminar, ser y estar de José Tomás en Nîmes. Para que cada lance, quite, muletazo, desplante, cada cite y cada voz hibernaran en un presente indefinido. Cogió José Tomás todos los josetomases posibles de su memoria y los esparció sobre la arena de Nîmes. Se los trajo desde cualquier esquina de su memoria para recordarlos todos. El José Tomás de los pies juntos, el del compas abierto, el de la mano baja, el del cite más retrasado, el de los pitones en cercanías, la lámpara de Aladino de los quites mexicanos... Y con todo ello dijo e hizo todo el toreo: El suyo y el de todos. Fue mañana de sol y de luz sin sombra que, como toda felicidad que nace del alma, provocó en miles de personas llanto y risas al mismo tiempo. Quien fuera dueño del tiempo para impedir que arrastre un sólo segundo de una mañana que ha sido la frontera sin país de un mundo de hadas que se llama antes y después.

Surgiendo todo natural hubo una lectura de privilegiados. Ver cada toro y a cada toro plantearle aquello que fuera justo en medida y en toreo. Al suave le habló y le toreó suave. Fue severo y poderoso con el fuerte. Se arriesgó con el de máximo riesgo, todo ello aderezado con una variedad de toreo de capa que pareció que el torero se había traido a todo Méxicopara vaciarlo en la arena del coliseo. Medido con el primero de Victoriano, toro medido. Poderoso con el de Jandilla, que tuvo poder. Fuerte y hondo con el bravucón de El Pilar. De suavidad profunda con el gran toro deParladé. Breve y sincero con el de Garcigrande, toro a menos e impresionantemente valiente con otro de Victoriano del Río al que dejó acariciar una y otra vez el bordado de su taleguilla con la punta de sus pitones.

Lejos de una crónica técnica, ni siquiera la literatura queda al alcance de describir las sensaciones de una encerrona que ha sido el paradigma de saber estar, de saber ser, de saber hacer el toreo. Tan previsible hemos hecho el toreo que es un arte sabido. Lo peor de un arte es que se conozca previamente. Tiró José Tomás cualquier norma al suelo, rompió los moldes de lo previsible y llegó a la cumbre de la mañana con el toro de Parladé al que toreó y quitó superior de capa para luego plegar el capote como un pañuelo, ligarle tres naturales y uno de pecho. Más alejando aún de la norma se fue al centro del coliseo con la muleta en la cintura y sin ayuda para ligarle dos tandas con la izquierda de una limpieza, largura y ligazón impresionantes, seguidas de otras dos tandas aún mejor con la mano derecha y sin ayuda. Pero aún mejor fueron los naturales a pies juntos de cuerpo encajado y cintura quebrada que precedieron al pulgar en alto de los miles de almas que pidieron el perdón de la vida de 'Ingrato', paradógico nombre pues su bravura, en manos de José Tomás, es el ejemplo de la gratitud del toreo.

Con tres tandas sin apretar al toro deVictoriano del Río que abrió plaza, cortó las primeras dos orejas. Al deJandilla, toro de poder que sólo cogía ritmo a partir del segundo y tercer muletazo, puso mando y tensión. Tandas de hasta ocho muletazos le recetó al toro de El Pilar, un animal con poder pero sin clase. Regresó a lo medido con el de Garcigrande, ejemplar de clase al que le faltó fondo y en el último, un toro de Victorianode mal carácter y recorrido escaso jugó al juego de no me coges dejándose llegar los pitones a la barriga para, cuando se le veía cogido, llamarlo con la muleta y vaciar su embestida.

Todo ello sin que nada se pareciera a lo anterior ni a lo que quedaba por venir, pues los inicios y finales de las faenas fueron un libreto sin libro, un concierto de estatuarios, muletazos de castigo por bajo, toreo de pierna flexionada... los remates de las tandas desde las manoletinas dejando venir al toro al galope, un toreo a dos manos de pierna flexionada barriendo el lomo del toro, pases de costado por alto... el capote se abrio en sus vuelos una y otra vez para lancear a la verónica, compás abierto o cerrado, gallear por tapatías o chicuelinas, caleserinas, gaoneras, faroles invertidos.. y los remates, acuediendo al rescate de un surtido de largas soltando el capote a la cordobesa o a la mexicana.

De todos los presentes y ausentes es José Tomás el dueño del tiempo. Sólo él es capaz de hacer que éste no arrastre cruelmente lo que hemos visto. Porque todo arte que nace del alma es capaz de convencer al tiempo para pararse y permitir que estas dos horas y media de toreo queden imborrables en el tiempo presente, hibernadas, en cada lágrima, en cada sonrisa que provocaron.   
     
Coliseo de Nîmes. Quinto festejo de la Feria de La Vendimia. Lleno de No hay billetes. Toros por este orden de Victoriano del Río, (noble y justo de empuje), Jandilla (berreón y con poder), El Pilar (con más poder que clase)Parladé, (Ingrato, nº 31, negro, 510 kg INDULTADO)Garcigrande (con calidad y justo de raza)Toros de Cortés (complicado y con peligro). José Tomás, que actuó en solitario, cosechó el siguiente balance: dos orejas, dos orejas, dos orejas, dos orejas y rabo simbólicos, dos orejas y oreja. Obligaron a saludar a Simon Casas una vez concluido el espectáculo.

sábado, 21 de abril de 2012

Manzanares marca un nuevo hito en la historia de la Maestranza Fuente: Mundotoro.com

EL SUICIDIO DE LA RAZÓN


Se murió la ciencia. Una vez más, como hace ahora un año. Las plazas de toros tienen a veces esas cosas que hacen grande al ser humano: que se les muere la ciencia en el albero. El toreo es la no ciencia. Puro azar. Un sueño incompleto a la espera de otro, un sentimiento que busca su pareja de baile. Puede que incluso sea la suma de una contradicción: la de la risa y el llanto. El toreo, en estado puro, consiste en suicidarse de razón para seguir viviendo de azar. Quien estuvo aquí lo vio. Como hace un año. En ese eterno retorno que tiene un sueño cuando persigue al siguiente. Como el sueño de Manzanares de hace una feria, que esperó paciente al sueño de ésta y ya busca el del que viene. Esta tarde el toreo visto anima a ir a ver torear. Torear como Manzanares al quinto. Tan despacio a veces que el final del trazo parecía que comenzaba el año pasado y que terminaría en el abril que viene. Que siga el mundo siendo mundo a ritmo de ciencia. A ritmo de crisis, de escasez científica. Nosotros siempre tendremos ese lugar donde, por el precio de una entrada, vemos, olemos, palpamos la sucesión de sueños más inimaginables.

De la tarde toda. Y del todo,Manzanares. Crece como la espuma de una ola de tamaño hiperlativo su romance con Sevilla. El sueño que no les llega a tantos toreros. A lomos de una corrida normal y huérfana del diamante en bruto del toro de nota, surgió el toreo a borbotones. Corrida sin análisis científico, pues los tres toreros incluso le añadieron trapío a algunos toros, concluyendo que, hasta este término de ciencia de peritaje veterinario se matiza y corrige cuando se torea tan bien, o cuando el toro embiste. Y lo torean bien. Manzanares toreó más a la velocidad con la que siempre embistió el segundo, entre mirada y mirada y cierta tendencia a querencia algo marcada. Y con la cara colocada sin la humillación en la que nace el toreo profundo. Despacio y casi deteniendo el toreo en el quinto, oxigenado el fuelle agrietado de un toro al que su cuadrilla lidió como una orquesta interpreta Carmen. Desde la forma de agarrarse antes de caer deBarroso, a los pares de Trujillo y Blázquez y al capote de economía inusual de Curro Javier.

Hasta eso grande tuvo la tarde, música de plata. Y la presencia grande dePadilla en el albero donde tanto ay de tamaño y pitones se ha pasado por la faja y esa forma de torear de Talavante a dos toros medianitos en todo, enseñando en cada muletazo las partes del mismo: presentación, enganche, llevar, despedir, ligar. Crece este torero, que cada vez lo lleva más en las yemas. Pero, aupada la tarde al recuerdo, de ese mismo, el deManzanares. Con dos toros tan distintos. El segundo lavado de cara, fino, con cuello, que metió mejor la cara en el capote que luego en la muleta, porque en su movilidad no llevó la humillación deseada, porque pareció marcar querencia saliendo a veces más allá del mando del trazo y porque, sobre todo, terminó cada pase mirando al cuerpo. Dos con la izquierda fueron de tanteo, te veo, no me ves.

Luego supo dejar la muleta en la cara para ligar más y mejor con la mano derecha y lo logró con la zurda. En medio, esa forma de salir de la cara del toro que dan los genes. Al final de las tandas, los cambios de mano, los de pecho y el espadazo. Pero si a ese toro le cobró dos orejas, pocos pueden hacerlo con el quinto. Medido de fondo, fuerza y raza, pero de clase. Qué difícil es dosificar el arte. Un muletazo para abrirlo despacio, otro para recogerlo a ralentí, otro para preparar un cambio de mano kilométrico o uno de pecho enorme o una trinchera. Y con la espada. El toro, rajado. Le amagó el cite a recibir, se le vino andando y le metió la espada como un rayo.

No debería eso tapar a Talavante, con un lote de fondo justo y clase en duda. Lo ve claro, a los dos los vio. En terreno preciso, la muleta por delante en el tercero, empujando una embestida que no deseaba el toro. Enseñando siempre el enganchar, el traer por abajo, el vaciar la embestida para ligar y los remates que no se aprenden, made in tala. Como las bernardinas. Tuvo el segundo, de nombre genético de lo de ‘Atanasio’ clase escasa y fondo escaso, y el torero el mismo nivel. Como Padilla, que sorteó lo peor. Uno abierto de cara y de cuerpo justo que le apretó mucho y que se movió sin rebosarse en los vuelos nunca. Buen tercio de banderillas. Él como nadie sabe que la felicidad no solo consiste en el éxito sino en lo que llega tras el sacrificio. Por eso pareció un pecado que el cuarto, también en tipo de lo de ‘Bayones’, se parase en la muleta con deshonor. Pero así son las cosas en el toreo. Azar. Unos hermanos embisten, otros no. Te toca o no te toca. Un día sí. Otro quizá. Un día un sentimiento encuentra su pareja de baile, otro no. Una tarde descendemos a los infiernos, otras, como hoy, al cielo. Esa es la grandeza del toreo. Suicidar lo previsible. Matar lo científico. Dejar a los sentimientos que se encuentren solos.

viernes, 10 de febrero de 2012

Biografía Diego Urdiales

BIOGRAFÍA

Diego Urdiales Hernández.
Arnedo (La Rioja), 31 de mayo de 1975.
Presentación ante el público: 19 de marzo de 1988, en Arnedo (La Rioja).
Presentación vestido de luces: 2 de octubre de 1988, en Arnedo (La Rioja).
Debut con picadores: 21 de marzo de 1992, en Arnedo (La Rioja).
Presentación en Madrid: 9 de marzo de 1997.
Alternativa: 15 de agosto de 1999, en Dax (Francia). Toros de Puerta Hermanos, con Paco Ojeda y Manuel Díaz, 'El Cordobés'.
Confirmación de alternativa: 8 de julio de 2001. Toros de Guardiola Fantoni, con Frascuelo y Jesús Pérez, 'El Madrileño'.

Madrid, 13 de mayo de 2008

El 13 de mayo de 2008 debió de amanecer lluvioso en Madrid. En la habitación 139 del Hotel Wellington el sonido de la vida exterior apenas era perceptible entre el rumor de una tele casi en silencio vomitando el espanto informativo cotidiano y una turbamulta de pensamientos que se mezclaban con un apogeo de miedos y de sensaciones. Había oscuridad, temblores y dudas. No quedaba tiempo apenas para razonar: era cuestión de instinto pero sabía que había llegado el día, y era éste, no otro.

La estancia era un lujo, amplia, luminosa y fresca, con una cama gigante y con dos mesillas con un extraño acento entre francés y renacentista. No había reparado en ellas pero estaban ahí, con un manojo de llaves, dos móviles, una cartera y un pañuelo. La vida en cuatro artilugios, el resumen de casi todo lo que tenía: el piso, el coche y ella, porque ella era una fuerza de la naturaleza, un cobijo y un respaldo; ella estaba siempre y aunque no estuviera en ese momento, la esperaba con sus ojos lamidos de esperanza y de realismo. Porque sus ojos conjugan todas la estaciones y todas las posibilidades; no ofrecen dudas y el fu turo se suele reflejar casi siempre como tenia previsto. Sin vuelta de hoja... Ella es una mujer sin concesiones que conoce tanto las esperanzas como las derrotas, que impone, que aclara los desaguisados, que rompe moldes y que para decir las cosas no le hace falta violar el silencio. Las explica con los ojos y los dientes: esa es su gramática y suele ser inapelable.

Diego llevaba años esper ando un momento así y podía resultar paradójico pero en ese instante preciso pensaba en las mesillas, en las cortinas, en el impresionante cuarto de baño y en un espejo donde miraba su cara afilada de torero, el pelo de torero, la cintura de torero y... el miedo de torero, por que el temor de un torero a la muerte tiene un profundo reflejo en el interior de la mirada, un brillo metálico que seca la garganta arrasando cualquier atisbo de sonrisa.

Al menos eso pensaba aquella mañana lluviosa de mayo, en pleno San Isidro, y a las puertas de torear en Madrid a plaza llena para jugarse no una oreja o un triunfo, sino para poner en un balance de cristal su modo de vida . Era el todo o la nada; el toreo (ese anhelo que habita con él desde que era un niño y correteaba por la plaza de Arnedo con ese afán curioso de l os chiquillos) o la vida rutinaria, el sueño o la esperanza en la que no quería detenerse ni un segundo en reflexionar. Ese día Die go se lo había ganado para él y se propuso firmemente pensar sólo en torear, en explicar en el ruedo todos los tesoros que había ido acumulando a lo largo de unos años de silencio, pero unos años cruciales para crecer como persona y como torero. Madurez sin torear, un caso insólito...

Texto extraído del libro Santísima Trinidad, flamenco, toros y vino de Pablo García Mancha

Una historia que contar

Aunque escribir no es lo mío, y por eso les pido perdón a todos ustedes, para intentar esbozar mi biografía tengo que remontarme a los primeros años de la década de los 70, cuando un señor llamado Ramiro Urdiales llegó al pueblecito rio jano de Arnedo. Como miembro de la Compañía de Teatro Eslava, este señor viajaba prácticamente por toda España. Un día, llegó a ese pueblecito riojano, que ya empe zaba a despuntar con su industria del calzado, conoció a una mujer llamada María Rosario Hernández... y ya se imaginarán.
Nuestro hombre se enamoró de Charo, abandonó la compañía de teatro y los viajes, se estableció en Arnedo y comenzó una nueva vida al lado de su esposa. El 31 de mayo se 1975 tuvieron a su primer hijo, al que llamaronDiego, y luego llegarían otros dos: Juan José y Rubén. Así es que soy el mayor de tres hermanos y pronto empezaría mi extraña vocación taurina.
Como es normal, mis padres me matricularon en un colegio, el de La Estación, y allí superaba sin pena ni gloria los cursos escolares, porque lo que de verdad me gustaba era el recreo para jugar al fútbol... Una tarde, yendo a h acer un encargo a mi a buela, pasé por la plaza de toros de mi pueblo, vi a unos chavales entrenando y me entró el toreo en el cuerpo. Es algo inexplicable, lo sé, pero a menudo pienso que el destino quiso que aqu ella tarde la puerta de la plaza de toros estuviera abierta.

Desde esa tarde, quise ser tore ro. Ingresé en la desaparecida Escuela Taurina de Arnedo, inaugurada por el maestro José M iguel Arroyo, 'Joselito', con 11 años. No dejaba de leer revistas taurinas y de ver vídeos de toros, estaba obsesionado por saber más de Rafael de Paula, Paco Camino, Capea, Curro Vázqu ez, Julio Robles, Ortega Cano.... Mis padres empezaron a temerse en serio que aquel juego para ellos se convirtiera en una realidad... como así fue .

Tras ser elegido el mejor alumno de mi promoción en la escuela, maté mi prim er novillo el día de San José de 1988, en Arned o y se lo brindé al maestro Joselito. Desde ese día me anuncié como Diego de Arnedo. En la mi sma plaza -para eso es mi pueblo- debuté vestido de luces, el 2 de octubre de ese mismo año. Desde esa tarde, los acontecimientos se sucedieron vertiginosamente.
Así es que el 21 de marzo de 1992 me decidí a debutar con picad ores. Pero las cosas no marcharon como yo pensaba y, sobre todo, como yo deseaba. Las temporadas pasaban con la única posibilidad de torear en alguna de las novilladas de la Feria del Zapato de Oro, la de Arnedo, y en ocasiones la experiencia era amar ga. Hubo temporadas en las que sólo toreé en ese ciclo y, aun así, corté tres orejas, como esa tarde de 1995... No me dieron el Zapato de Oro, pero yo sabía que tarde o temprano llegaría.

Y así fue. La temporada de 1996 no fue tan mala como las anteriores (12 novilladas y 19 orejas, a pesar del bautismo de sangre) y en 1997 logré torear 21 novilladas, corté 16 orejas, debuté en la plaza de Acho (Lima, Perú), volví a resultar herido, esta vez en Galapagar... Y llegó el 'zapato'. La tarde del 1 de octubre de 1998, diez años después de debutar vestido de luces, Arnedo se volcó con su torero y logré un triunfo (cuatro orejas) que me sirvió para ganar el Zapato de Oro. Por entonces ya era Diego Urdiales en los carteles. Ese año concluí con 21 novilladas y 26 orejas.
La temporada de 1999 la planeamos como la última etapa antes de alcanzar la primera cima de la carrera de un torero. Tras debutar en México (plazas de Morelia y Monterrey), toreé 8 novilladas y surgió la ocasión de tomar la alternativa en Dax (Francia), en una corrida en la que el maestro Paco Ojeda celebró sus 20 años de doctorado, y con Manuel Díaz, 'El Cordobés', como testigo. Aunque la tarde no salió como todos soñamos, recibir la alternativa de manos de semejante 'monstruo' fue para mí un sueño. A la alternativa llegué ese año con 8 novilladas toreadas. Poco después del doctorado triunfé en Alfaro (La Rioja).
A las pocas semanas, toreé en la de saparecida plaza de Logroño (La Manzanera) y conseguí ser el triunfador de la Feria, además de lograr el premio a la mejor estocada, tras desorejar a un buen toro de Manolo González el 26 de septiembre, ganando el capote de paseo que concede la Com unidad Autónoma de La Rio ja. Así es que terminé mi primera 'temporada' como matador de toros con 3 corridas de toros y 4 orejas cortadas.
La temporada de 2000 podemos calificarla como de adecuaci ón al toro. Todos los toreros queremos estar en las ferias, es cierto, pero también lo es que, con lo difícil que es conseguir que te anuncien, luego has de dar la talla. Así que no me arrepiento de ese a ño en el que si bien no toreé en ferias y pl azas de categoría, conseguí de nuevo triunfar en Logroño y el p remio a la mejor faena (mi peso en un vino excelente, Faustino I).
La temporada de 2001 se prometía halagüeña. Anunciado en Madrid antes de San Isidro, sabía que un triunfo me pondría en la misma feria y, de ahí, a los demás ciclos de España y Francia. La responsabilidad era mucha, pero sabía que podía ser mi año con un poco de suerte. Pero me partí un brazo en Astorga (León) y perdí la ocasión de confirmar la altern ativa. Yo sabía que había perdido otras cosas, porque estaba dispuesto a entrar en San Isidro como fuera, pero como se dice en el toro, sería para bien.
Así es que, tras la convalecencia del brazo, me anunciaron para confirma r la alternativa en Madrid, el 8 de julio, con Frascuelo yEl Madrileño en el cartel. Los de Guardiola Domínguez no salieron lo que se dice buenos y todavía me duele la paliza que me dieron ambos (fractura de varias costillas y esguince cervical, por ejemplo). Afortunadamente, no resulté h erido, a pesar d e las volteretas, y creo que dejé una buena sensación. Lo malo es que no hubo ocasión de cortar orejas. Después volvería a actuar en plazas como Barcelona (donde ya toreé el 10 de junio), Gerona o Logroño, la tarde de la inauguración de la nueva plaza de La Ribera, con Enrique Ponce y El Juli en el cartel... y el ruedo en un estado pésimo. Corté una oreja, en corrida televisada por La Primera, la primera oreja de la nueva plaza. No pude salir en hombros, que es lo que buscaba.
Una cornada que sufrí en agosto en Soto del Real (Madrid) me hizo arrastrar una lesión de ligamentos en la rodilla izquierda por la que casi me tuvieron que operar en invierno. Afortunadamente, con ejercicios y rehabil itación la cosa ha mejorado, pero el año 2001 no fue como esperaba por culpa de los percances, a pesar de superar la veintena de corridas de toros toreadas.
Durante la temporada 2002 sumé un total de 19 corridas de toros y tres f estivales. La cornada que sufrí enMiguelturra (Ciudad Real), me impidió hacer el paseíllo en la Monumental de Barcelona y en Nava de la Asunción, pero afortunadamente actuar en la Feria de San Mateo de Logroño. Afronté este importante compromiso con una costilla rota, por lo que durante la tarde, con el esfuerzo realizado, los dolores fueron en aumento. Asún así, pude cuajar a uno de los dos toros de Victorino Martín que me tocaron en suerte y, aunque fallé con la espada, pude dejar un buen sabor de boca. En 2003 toreé diecinueve corridas de toros y corté veinticuatro orejas. Entre esos festejos, me gustar ía destacar mi actuación en la Monumental de Barcelona, una de las tardes en la que más a gusto me sentí ese año. Pero me supo a poco, porque no tuve mucha suerte en otras p lazas importantes, como en la Feria de Logroño.Tampoco en 2004 logré el triunfo deseado en la feria de mi tierra, por mi fallo con la espada pero, tanto en esa temporada co mo en la de 2005 (donde volví a La s Ve ntas, sin suerte con los del Conde de la Maza), he conseguido madurar como torero. Las temporadas de 2006 y 2007 han sido escasas en contrataciones pero no me rindo y afronto 2008 con aires renovados tras el triunfo cosechado en la Feria de San Mateo de Logroño de 2007, con el indulto de un toro de Victorino Matín.

Logroño, un Victorino llamado Molinito

Y llegó Molinito y no me queda más remedio que recordar lo que escribí en un cuchitril de la Ribera minutos después de aquel acontecimiento:Tengo en mi corazón una turbamulta de sensaciones. Hoy no puedo ni quiero ser reflexivo; hoy es el día que toca hablar con la epidermis, con la aorta, con la femoral misma, esa arteria que tan hondamente exponen los toreros cuando se presenta la muleta con el alma, con el espíritu, con todos los sueños e ideales con los que ayer Diego Urdiales, nuestro torero, el torero de La Rioja, compareció en la Ribera. Y miren por donde, la suerte, la misma suerte que tantas veces le había sido esquiva y traicionera, se le presentó toda ella de cara, toda ella como a borbotones y le dijo: Diego, si puedes, cógeme. Si me mereces, cógeme.

Y Urdiales, que sabe más qu e nadie lo que es merecer con paciencia, sonrió. Porque el arnedano es un tipo cualificado en esperar. Nadie como él sabe lo que significa quedarse casi dos años sin torear y no venirse abajo; quedarse dos años en casa ante el silencio de casi todos los empresarios y no desfallecer ni un ápice. Tanto es así, que en la soledad invernal de la plaza de Arnedo se suele vestir de torero para hacerse un toro de sueños. Y encima, un chándal. Todo por sentir el traje y el roce del alamar, el peso de las hombreras, el ajuste de la taleguilla y torear.... en silencio, para sí mismo. Y soñar embestidas infinitas en una Maestranza de sueños. Y encontrarse, después, la dudosa claridad del día y la terca realidad del ayuno administrativo. Apenas cuatro amigos, los de siempre, ése núcleo duro de sus admiradores: se cuentan con la palma de una mano: Guzmán, Vinicio, Javi, Alfredo, Pepe... Y la gente toda, como el día de Autol, como las dos magníficas tardes de Alfaro y el Autobús que vino desde la capital del mundo de las cigüeñas a saborear a Urdiales. Y era 21 de septiembre y se produjo el milagro del torero. Una plaza enloquecida, un torero en sazón y la maravilla del toro indultado: el toreo es la vida y Urdiales es el torero.

Me acuerdo ahora también de Antonio León, el gran maestro arnedano de la espada y de la vida, que hace unos días compartió capote y muleta con Diego: sueve –torero-, le decía; por abajo, por abajo siempre. Se estableció entre ambos un diálogo increíble de toreros con la mirada.

Texto extraído del libro Santísima Trinidad, flamenco, toros y vino de Pablo García Mancha.

Antonio León, palabras de torero

Sólo hacía falta escuchar un segundo a Antonio León para enterarse de que seguía siendo un torero de una pieza, una criatura dotada de una personalidad arrebatadora, singular, de otra época. Y eso lo sabe como nadie Diego Urdiales, que no sólo escuchaba, sino que le mimaba con su mirada y con su respeto: “es un maestro” asegura el joven; “mira que torerazo” replica el veterano matador al ve la foto de un natural de Urdiales en Barcelona. El gran maestro de la crítica taurina, Joaquín Vidal, ya lo cantó en un memorable artículo titulado “La espada de Arnedo”: “Y sucedió, el espigadillo muchacho (por Antonio León) montó la espada, se aupó a punta de pies, arqueó toda la lentitud y el esmero que reclama su pureza, salió el novillo rodado, listo para las mulillas. Los aficionado cruzaban atónitas miradas. Son Mariano se puso en pie e invocaba a los padres de la tauromaquia. No era usual ya entonces, y menos en novilleros, matar así”.

Y es que Antonio León ha sido uno de los estoqueadores más puros de la historia de la tauromaquia, a la altura, por ejemplo, de Rafael Ortega. Tanto es así que en Las Ventas estaban deseando que pinchara para volverle a ver realizar el osado volapié, ése por el que más de una vez se había dejado taladrar los muslos, como le sucedió en las más de cincuenta cornadas que jaspean su anatomía. “Pero ¿Cuál era su técnica?” – se le pregunta al maestro-. Y Antonio León cierra los ojos y habla levemente mientras aspira el humo de sus incesantes cigarrillos: “Yo lo hacía con el corazón, sabía que lo iba a lograr y me tiraba con el alma, con todo mi sentimiento. ¿Técnica? Eso no sé lo que es; me salía así y no lo puedo explicar”. Quizás por eso, al penetrar en la vieja plaza de Arnedo y ver al lado de un burladero el carretón con el que entrena Diego la suerte suprema exclamó: “Ésta es mi vida”, para matizar después que él nunca había ensayado el volapié con semejante artefacto. Segundos después, dio una vuelta a la plaza, merodeó su entraña y en el momento en el que Urdiales empezó a estirase con la muleta quedó ensimismado con la azarosa danza del toreo. Y comenzó a brotar el natural, la trincherilla, el garboso cambio de mano, el pase de pecho hasta el hombro contrario. Era el instante reservado e íntimo para los dos en el sagrado fulgor del círculo. Diego toreaba y Antonio león le rodeaba una y otra vez con una m irada inquieta, viva, aterciopelada. El veterano torero estaba otra vez en el ruedo, en el altar donde una palabra innecesaria es un sacrilegio. Y los dos se quedaron ensimismados en su infinita soledad. Diego miraba al toro imaginario, toreaba el aire con tanta delicadeza que escuchaba el crepitar intenso del torero emocionado, el que conmueve todavía a Antonio León. “Por abajo”, dijo el maestro. Y Urdiales hizo descender su cuerpo, flexionó la pierna contraria para llevar la embestida hasta el infinito.

Y habló el viejo torero: “De los clásicos me quedo con Antonio Ordóñez; ahora mismo con José Tomás y con Diego, que es un torerazo que merece mejor trato por las empresas”. Y Diego soñaba con un triunvirato compuesto por Morante, El Juli y José Tomás: “Son impresionantes por su arte, su maestría y su valor”. Y hablando de valor: Antonio León, el cuerpo cosido a cornadas, el corazón salido de la pechera. Y el maestro tomó la muleta con suavidad y dibujó un preciso natural.

Extracto del libro Santísima Trinidad, flamenco, toros y vino de Pablo García Manch

Juan de Castilla

El sueño de Juan de Castilla y las falacias de los anti taurinos, un bosquejo de Rosarito de ColombiaTendido 7 | Febrero 9 de 2012
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Medellín (Por Rosarito de Colombia )
Su nombre, más Español no puede ser. Castilla, cuna del castellano nuestro hermoso idioma; Castilla, cuna del Cid Campeador, alanceador medieval de toros bravos y héroe legendario. Este Juan de Castilla, no es de Castilla la vieja, ni ostenta blasones, ni escudos heráldicos. Es el nuestro. Del barrio Castilla, una comuna de Medellín de donde se desgranan niños y jóvenes buscando inútilmente una oportunidad.

Juan la tendrá este viernes en la Plaza de toros la Macarena donde seguramente repetirá la gesta del año pasado cuando triunfó al lado de las mas grandes figuras del toreo.

El, ha decidido para el acto litúrgico de vestirse de torero, su humilde casa; no eligió un hotel como se acostumbra, opto por su casa, humilde donde las haya; quiere compartir con su madre y los suyos las horas previas que es cuando de verdad el miedo azuza. Saldrá de su barrio; el quiere que sus vecinos sientan orgullo de su lucha singular. Esto trae consigo también la despedida. Viajara a España en los próximos días. A la cabeza de su mentor José Fernando, un grupo de aficionados; Carlos, Juan Villegas, Ángela, Jorge, Andrea etc.; han hecho piña, todos a uno para que este viaje a la cuna del toreo, Sevilla; Gino ha sido el puente. En un capitulo aparte y de gran importancia, le ha sido otorgada una beca de la fundación de un mundialmente reconocido artista Antiqueño. Juan de Castilla irá a probar fortuna en el dificilísimo arte de torear, donde son muchos los llamados y pocos los elegidos. El tiene todas las virtudes y como base fundamental inteligencia, valor y arte; además de una inquebrantable vocación. Juan dedica todo el tiempo que no le sobra, a entrenar duramente pues también estudia y extra, hace preparación cultural de la mano de Carlos, profesor de humanidades y literatura que también ha donado su tiempo y saber en estos 5 años de previa. Así que el novel termina exhausto todos los días de su corta vida; quiere ser mejor y aplica toda la disciplina para superarse. El muchacho es flaco, su origen nunca dio para ser fornido, pero es flexible como un bambú. Dedica tantas horas a su entrenamiento como si fuera a buscar una medalla olímpica, su ejercicio físico es de alta competición, el toro así lo exige como también el ejercicio mental y sicológico. La preparación de un torero requiere mucho sacrificio y ha de estar muy fuerte para aguantar las tarascadas de esa fuerza desatada de la naturaleza, que es el toro bravo.

Una paupérrima vivienda cobija sus sueños, quiere comprarle casa a su madre que aun es joven. Tiene derecho. En el, se enhebran las condiciones propias de los maletillas de antaño; niños de familia pobre con el romanticismo y el sueño de ser toreros para salir de la miseria, hacían cientos de kilómetros para llegar a las ganaderías, colarse en los tentaderos a esperar pacientes en la tapia el momento para pegar un muletazo, como se dice. Juan también hace turno y como un mendigo espera repasar las migajas que la jerárquica cicatería del privilegiado de turno le deja caer. Pero el sabe hacer de esa menguada ración, un banquete; las vaquillas que le dejan después de cientos y anodinos muletazos, llegan agotadas a sus manos; la tarea es escurrir lo poco que queda, con maña y ese imán que Dios le dio, las remonta, despierta, anima la bravura y crea impensables faenas. Así en la más juiciosa humildad, Juan ha hecho la primaria taurina. Luego en la plaza frente al publico, pone su rubrica de bachiller. Al novillero en esa forja de ser torero, intentan enseñarle a ser yunque, el no será martillo; no hace falta tan castrense y atávica lección que vulnera la dignidad del individuo; el tiene clase, la posee desde que nació sin que le precediera rica cuna, ni caduco abolengo, es de buena índole.

A este adolecente le espera un toro de acometida feroz. No un indefenso corderito, no una vaca lechera, ni una res temblorosa olfateando su muerte horas enteras en el matadero, mientras espera la descarga final, sin contar las largas horas de viaje en esas jaulas en un vaivén torturante que les produce llagas lacerantes; para convertirse en el alimento de todos. Suculento filete o hamburguesa. Su reto, es con un imponente y poderoso animal.

Juan de Castilla habrá de enfrentarse a un toro de pura casta, un guerrero nato, coloso de fuerza descomunal que se multiplica en cada arrancada. Tendrá que aguantar su arremetida rodeando su joven y frágil cuerpo mientras este le manda tarascadas; como un poseso buscara su carne tierna, (no para comer pues el toro es herbívoro),para hacerlo añicos con sus dos guadañas y por puro instinto de matar. El torero habrá de burlarlo con gracia en una danza permanente con la muerte. In situ tendrá que domar esa fiera en 15 minutos, con bizarría, arte y belleza, tendrá que vencer la hostilidad que lo seguirá buscando con denuedo hasta el final en su inagotable codicia.

Este chico nació y vive en la trinchera de las dificultades; su barrio Castilla, es el gran laberinto donde escasean las oportunidades y se frustran los intentos. El tiene derecho a buscar la puerta de salida y tiene derecho a ser Teseo, vencer el Minotauro, ser héroe, ser ídolo popular, ejemplo de perseverancia aunque su sangre tiña muchos alberos. Tiene derecho a enfrentarse a su destino en esa gran metáfora que es el toreo, un espectáculo culto, profundo y vital. Muerte y vida en un hilo.

Juan de Castilla, Reiter, Castrillón, jerónimo etc. Tienen derecho a que no les cierren las puertas en su tierra, donde como en España hay tradición, ganaderías y plazas de toros. Y sus paisanos, los que respetamos la libertad, también tenemos derecho a verlos y auparlos en los cosos taurinos.

Que la premeditada mansedumbre política quiera de cornada artera dar al traste con los sueños de Juan y otros por la captación de votos, me parece oportunista.

Es mezquino, utilizar a los respetables melindrosos e ignorantes de la ciencia de torear, que a priori se convierten en anti taurinos. Manipular el debate sobre la fiesta taurina es el caballo de Troya para entrar en las grandes ligas del poder político. Astuta y mágica argucia. Esta sociedad tiene varias asignaturas pendientes en materia de Derechos Humanos y Sociales, para que andemos con eufemismos haciéndole el juego a la insolvencia moral de la política.

Este muchacho tiene derecho a soñar, a perseguir su estrella. No olvides Juan. Cuando una persona desea realmente algo, el universo entero conspira para que pueda realizar su sueño. Suerte.

Blanca Macìas Monsalve

Rosarito de Colombi

Juan Castilla

URDIALES ENTRA EN EL FESTIVAL NOCTURNO HOY VIERNES

Medellín centra el interés taurino en Colombia estos días

TOROS. Con la inclusión del torero español Diego Urdiales y el novillero colombiano Juan de Castilla, la empresa Cormacarena cerró finalmente el cartel para el festival nocturno de este viernes en el coso de La Macarena de Medellín

Juan de Dios Miranda | Colombia - 10-02-12

Este viernes se celebrará el tradicional festival taurino de la temporada, donde se reúnen varios de los toreros que han venido participando en la Feria de La Candelaria. En esta oportunidad estarán presentes el joven rejoneador Francisco Javier García quién abrirá plaza con un ejemplar de 'Vistahermosa', y a pié actuarán los diestros Manuel Jesús 'El Cid’, Luís Bolívar, Diego Urdiales, Iván Fandiño, David Mora y el novillero local Juan de Castilla, con seis novillos de La Carolina.

Previamente al festival, toreros, aficionados y autoridades locales, pasearán en hombros por el ruedo de la plaza a la Virgen de La Macarena, en recogida romería acompañados por iluminados faroles.

Mañana sábado, con toros de Ernesto Gutiérrez, tendrá lugar la penúltima corrida de la temporada con el cartel más rematado de la feria. Harán el paseíllo los diestro españoles El Cid y José María Manzanares junto al colombiano Luís Bolívar

lunes, 6 de febrero de 2012

CORRIDA DEL 4 DE FEBRERO


Escasa entrada de público ante un rematado cartel, poco menos de media plaza en una tarde muy agradable. Comentarios en voz baja acerca del regalo en el cartel del rejoneador Francisco Javier García, igual que del regalo del toro que lidió, propiedad de la ganadería de su padre; la verdad sea dicha, el rejoneador lo hizo muy bien en el caballo con el que abrió, templó, de la misma manera que templó poniendo banderillas, aunque no fue tan acertado en su ejecución, a la hora de matar, recabó en el mismo error de tantos rejoneadores locales que matan sin confianza, sin citar de frente y al contrario atacan por detrás. Mató el sobresaliente después de los tres rejones reglamentarios y escuchó algunas palmas el de a caballo.

Ivan Fandiño en su primero nos deleitó con el capote, brindó al público e hilvanó sendas series por derecha y por izquierda con mucha quietud, no tuvo suerte en la espada y la presidencia le negó una merecida oreja ante un toro que anticipaba lo que iba ser el genio y el trapío de los del capitán Barbero. Que distinto es ver toros ante un animal que mete miedo, un animal que no inspira pesar, que demuestra toda su raza y muere en su ley. En su segundo, un toro con genio que se vino a menos, el matador vasco brindó al maestro César Rincón y con paciencia y saber torero, le dio distancia y con mucho temple y valor, le enseño a embestir al difícil toro de Santa Barbara, media estocada y cuatro intentos de descabello que dan al traste con los premios. Ivan Fandiño quedó ayer metido en el corazón de los antioqueños que le reconocieron su labor llamándolo a saludar a los medios.

David Mora en su primer toro nos regaló unas verónicas muy toreras y ante un toro con genio, bravo y noble, le toreó con temple, varias tandas por la derecha estirándose y apenas moviendo el pie de apoyo para ligar el próximo pase, unos naturales muy toreros y aunque corta la faena, después de un pinchazo deja una estocada hasta la empuñadura, que puede ser la mejor de la feria hasta ahora y que para mi ameritaba por si misma una oreja. Ayer pedí las dos orejas para el madrileño pero el palco de usía no estaba para “sensibilidades”. El toro saltó al callejón en medio de la brega y a pesar de que no hubo ningún hecho que lamentar, entendemos ahora sí, la responsabilidad que acarrean los alguacilillos, estos señores que deslucen en el paseíllo y que tampoco cumplen a cabalidad la función que se les encarga; que es simplemente, hacer cumplir el reglamento. No debe permanecer en el callejón nadie que no deba estar allí y menos descubierto! Al pomposo torilero mayor de la macarena lo salvó ayer un monosabio bajito y que cojea, el mismo que resuelve cuando las mulas no quieren arrastrar al toro, cuando los bueyes no quieren hacer su trabajo y que hasta de puntillero ha ejercido. ¡Enhorabuena! por los monosabios de la plaza que reaccionaron para evitar una catástrofe y ¡fuertes pitos, bronca! para los alguacilillos que no han entendido que tienen oficio y no son convidados de piedra a una fiesta de disfraces de época. Con su segundo no había nada que hacer, el español David Mora brinda al ganadero Jorge Luis Ochoa y debe abreviar rápidamente.

No se nos olvidará el trapío y la presentación de este toro melocotón que correspondió en suerte a Solanilla, era un toro de indulto, que personalidad, presto galope a cualquier capote que le mostraran, remataba fuerte en burladeros, fue y peleó muy duro en el caballo, picado excepcionalmente, persiguió en banderillas y fue difícil para los de plata, de ahí el meritorio saludo de Ignacio Páez. Lamentablemente Solanilla no supo templar, lo sobrepasó el toro que fue desobedeciendo cada vez más en su embestida, caminaba el toro cuando lo citaban por la izquierda y seguía siendo incomprendido por Solanilla quien no ligaba un pase detrás del otro. A Juan Solanilla se le nota el entrenamiento, mata seguro y despacha a sus enemigos de manera muy profesional. En el sexto que brindó a Luis Alfredo Ramos y quien lastimosamente era muy escaso de fuerzas solo le restó torearlo a media altura ¡como nos quedamos con ganas de ver a ese sexto sin ese defecto! En fin, el sábado en la Macarena se demostró porque se llama ir a los toros, cuando hay toros hay corrida y a pesar del escaso resultado en trofeos, lo del sabado nos dejó muchas cosas para el recuerdo.