Toro en el Campo

Toro en el Campo

martes, 27 de noviembre de 2012

Quince mil corazones palpitantes en el coliseo


Para los que miramos el acontecer del mundo taurino desde esta orilla, vemos en Francia un recurso adicional diferente a la civilizada Portugal y la quebrada España. Y más aún cuando el sabio tribunal constitucional galo, acaba de zanjar el eterno debate de la pervivencia de las corridas, imponiéndose el raciocinio cartesiano: piensan en los toros, luego existen. Y con presentaciones como la de José Tomás, existirán. Y el milagro para que los sensatos magistrados franceses tomaran su decisión, seguramente se debe a la divinidad taurina encarnada en la mano zurda del torero de Galapagar.

Como no estuvimos presentes aquel 16 de septiembre de los corrientes en Nimes, debemos escribir  sobre lo visto en videos: un aficionado filmó desde lo más alto del anfiteatro romano, la faena de un torero sembrado en los terrenos imposibles para las figuras de hoy, llevando al toro por naturales, en pleno centro del ovalado ruedo. No cesaba el tendido de pararse para aplaudir al maestro. Emocionante el video de Tendido Cero que nos muestra la faena al toro de Parladé indultado por JT, cuyo sonido es el que captaron las cámaras en la plaza, sin música ni comentarios, “con la música callada del toreo” como los anhelaba Bergamín. Indulto por lo demás un poco generoso, porque el toro saltó al callejón (buscando la salida del ruedo, como muestra de mansedumbre para las puristas de Madrid), y por una pobre pelea del toro con el caballo donde le dieron una inyección por vara. Pero todo era dicha y fiesta, y era necesario enviar el mensaje de la supervivencia de las corridas de toros con todos sus componentes: orejas, rabo, indulto y sangría, que hacen los festejos de la Francía mía…

Dicen las crónicas que mató bien, que se recreó con el capote y que la presencia de los toros fue más que aceptable. Buenos ingredientes para un ensayo que en otras latitudes se deberá replicar. José Tomás necesita rivales, pero a veces sobran cuando de torear concentrado y con gusto se trata, porque hace las dichas del público y capta la atención de los medios, tan apáticos a la fiesta brava, que solo se les torna interesante cuando quien derrama la sangre es el torero, y eso en José Tomás es casi seguro.

Todo en Nimes es singular: el ruedo como lo decoran, el hecho de utilizar un antiguo coliseo romano con más de mil años de construido para llevar a cabo el festejo; los toros saltan al ruedo por donde salían los leones a devorarse a los gladiadores; la hora en que suena el clarín que anuncia la salida del burel es inusitada en el planeta taurino: medio día; ¡Y el sol! Directo, perpendicular, que por ser una corrida matinal, fue una dicha para fotógrafos y pintores. Raro ver una plaza sin localidades de sol y sombra, y ver lidiar toros con tanto brillo, propio de un festejo luminoso.

Lástima que ya sólo podamos ver a este torero en grabaciones, porque con la situación actual de las corridas en el país, será casi que imposible verlo en vivo. Y más con esta clase dirigente.

Santiago Velásquez Fernandez

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